No puedo explicar bien este hundimiento, este estar fuera de las luces, fuera de lo que un día amé. Este anhelo de relojes rotos, de cantos de cuervo,  empezar en un espacio que no recuerde nada de lo que ha sido, que no haya nadie de los que estuvieron, nadie de ninguno. Salir de mi vida y mi vida está en la mente. Entregarme a las paredes húmedas, al cuadro roto, al teléfono de la casa deshabitada. Pero sobretodo entregarme a mi herida. Hasta llegar a la culpa y absolverme con la seguridad de volver a ser culpable.

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