Era un día cualquiera con su monótono quehacer desde este vacío sutil que pone a mi disposición la nada. Sé que no hay nadie fuera capaz de sacarme de este ataúd que construyo con mi cuerpo.
He desistido incluso a todo intento de suicidio, pues, lo que encuentre no puede ser mejor, o tal vez es simplemente un horror al ultimo segundo, a esa agonía punzante, que hace retroceder el organismo como si este estuviera en contra de la propia voluntad, de caer, y te trizará contra la muerte, y después deja que lo quede de vida, sea una condena.
Es el horror, del que vive sin vivir.
Es la factura de una existencia que no elige por ella misma.
Es el amanecer en el sol.
Y tú que vives, tú que ríes, tu que si además te haces preguntas, e incluso si crees hayar respuestas... mueras joven o viejo, no ha de importar...

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