Soy sin esperanza,. todo lo que no pude ser.

Y siento el tiempo golpeándome, llevándome a algún lugar desconocido y odiado, así es, siento mi alma bajo una loma de acero, incapaz de salir, gritar o rabiar por ser y nacer.
Siento cada invierno, más frío. Y al ver, al horizonte, esas montañas nevadas, siento la pequeñez de la quietud. Tengo miedo. Miedo de no tener esperanza. No temo la muerte, sé que la esperaré, que no iré de nuevo en su busca, tal vez, por ya haberlo echo.
Así que, un suicida arrepentido o temeroso no tiene más remedio, que vivir.
Vivir, sin más remedio.

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