Whit me

Una historia como otra cualquiera, a diferencia, que esta era la mia.
Llegue con la cara ensangrentada y llanto fue lo primero que se oyó de mí.
Pasó la infancia, como un cometa, sin cuerda que lo amarrase, me robaron una lágrima al final de la partida, o tal vez cuando no había empezado a jugar, fui alguna vez a confesarme, a partir de los ocho años, nada más que pude abandone la iglesia, aunque ya me había abandonado ella a mi.
Pasaron los años entre cálidos juegos, del que todavía tiene ganas de jugar.
Mucho después me levanté, en un hospital mental, y envejecieron mis ganas de hablar en sociedad, y seguí el juego de niña, de hablar yo sola. Un mundo diferente era capaz a existir, un mundo del que solo había oido hablar, y cuando no había nadie, era capaz a sentirlo, a vivirlo, a amarlo.
Aun sueño que se haga real. Por eso, sigo soñando.

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