rejas

Si pudiera cruzar la puerta que encierra mi locura tal vez entonces no lamentaría el silencio que sella mis labios, y el terror a perder el control de una vida escrita por iracundos despieces de sabor amargo.
Como si se tratara de presidio, cuento el tiempo en el que el alma no late, maldigo la indiferencia que hace que todo sea corriente y aburrido.
Y desde la boca que arde por gritar, escupo el porvenir que ya no queda.

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