¿Qué le falta a la soledad que se vende tan rápido? Que en busca de expresarse pierde su sentido. Por qué carajo sigo buscando fantasmas de abrigo. Por qué muero cuando ahí afuera, ahí en el lugar de las mentiras, miento. Qué me importa que otros ojos vean de mi la máscara del desperpento, qué me importa si para ellos soy solo derrota, si ahí afuera siempre será así, por qué me empeño en ser algo más que nada ahí, si ahí es dónde morí por locura, por la locura de creer que era posible ser entre la gente, por mover en lo interior la dirección para que cobrará sentido ahí afuera dónde muere el sentido. Ahora comprendo el puñal que me hacía sangrar, era el del espíritu que me insultaba por ser la traición, era el orgullo que quería matar lo puesto ahí en lo vano. Era mi locura que la había dejado morir. Era todo el ser que no soportaba la máscara que se había metido en los huesos. Era la lucidez que se había muerto. Erá lo débil que esperaba el entierro. Era la sangre que corría hasta dejar vacío el cuerpo de lo putrefacto. Era el pasado que quería morir matándome.
Era mi noche que me dejó sola para despedir los intentos de ser entre ellos.
Hoy es el día de besar a mis muertos. De dar de beber a mi odio. De enterrar a mis cadáveres.

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