Y el temor de romper el vínculo con lo impuesto nos dejará el orden despiadado de lo que nunca elegimos, atascarse en el miedo, escuchar el grito de la libertad encerrada, ahorcando las cuerdas de la voz, Y morir estando vivos, por no haber seguido la carrera del espíritu, que golpeó con todas las canciones de la tierra el corazón, para desprenderse de todo lo inecesario que vendieron los traficantes del viento. Y sí, la poesía existe y está en los pies del que quemó sus naves, y en el alma del desertor de impuestos. Y está en los huesos del Quijote que luchó contra sordos. Y es la juventud que nunca se ensordece.

1 comentario:

Ramón González Gutiérrez dijo...

Bonito y enérgico.
Y nada de morir estando vivos, por favor.