He estado fuera, no sé bien en qué lugar, pero si sé que muy lejos de todo lo que pudiera llamarse dentro. He estado tan lejos que no sé cómo volver. Tal vez había una mesa con vino en jarras de barro y un mantel que cosió una abuela y había un modo de sufrir y una manera de abrazarme a la lluvia que se deslizaba por las tejas, evocaba todo ese paisaje a la calma con olor a madera quemada o a una tristeza que no mataba del todo, pero como un golpe a 140km/h todo se cambió de sitio, y así pude encontrar los cristales pegados a mi cara y tus fotografías ya amarillentas lloraban en mis ojos, como al ver lo que fue el hogar ahora en ruinas, como ver los folletos que hablaban de libertad una vez perdida la guerra, como recordar los sueños del muerto, y una jodida angustia que viene a esparcer con sus escobas la basura y que le pone exceso de alcohol al que va a hacer peripecias, y que me arranca lo que quiero decir de lo que acabo diciendo y que acaba valiendo cualquier razón para renunciar y ninguna para volver a escucharte a la salida del otoño.

3 comentarios:

mateosantamarta dijo...

Me impresiona lo que escribes, pero no sé muy bien que decirte. Te deseo luz brillante y felicidad -la posible..
Un abrazo.

Así hablo Zarathustra dijo...

Es increíble, ultimamente te sales!! Envidia sana, supongo...

caminante errante dijo...

guau...este me encanto, justo en la medida del camino andado, mis plantas plasmaran sus huellas, pareciera que describes una etapa sombria y pasada en mi dias vividos