Cristo

Extrañaba la furia que descompone el presente y arde en la pregunta que mata todo proabilidad de ser sin el incienso que un día llevaron al dios, que con el tiempo, se convertiría en el dios de la mentira, en el dios de la obediencia, en el dios de los verdugos.
yace muerto bajo una cruz eterna de sufrimiento, al que santificaron por los siglos los enfermos.
No queda nada, de lo que fue en verdad un día, a lo lejos, su figura enclavada en el madero, llora a los vivos lo que han echo de su recuerdo, beatos y fascistas, imploran credos, mientras el jesus de judea, muere por el tiempo, sepultado en una iglesia, ya no rie ya no habla. Solo quieto, en su muerte, mira el madero, a los que todavia creen que rezando, se les abrirá las puertas del cielo

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