Y en el instante en que supe que todo debía terminar un alijo de flores muertas caídas desde tu ventana volaron hasta mi y entonces comprendí. Cómo lluvía de recuerdos vi empapar las aceras con mis lágrimas, una nube sangraba mi amor por ti. Y cuándo el suelo era camino rojo y mi alma canto frío como el acero. Dejó de llover. Ahora espero la tormenta. Para que se lleve el hielo que cuelga de mi cuello y así mi corazón vuelva a latir.
1 comentario:
Que hermoso, la verdad. Logra transmitir intensidad y eso me gusta mucho. Felicitaciones! Salu2
Jose
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