Se abre paso la vida frente al horror del miedo. Desesperada o ensimismada en su latido busca la fuga de la razón hacia los caminos que no se han pisado y que esperan como el mar al pescador, lo conocido se vuelve peligroso porque llama a su continuidad, como si se hubiera infectado, han de arder los parámetros que se apegan por falta de dirección y se vuelven al costado serrín. Liberar al pasado de su culpa y dejar al viento hacer su función.

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