Pude haber agarrado más fuerte la cuerda, pude haber evitado el suelo, pero quise irme al lugar que todo es extraño, existe la magia también en el infierno. Cambian las luces y lo incomprensible grita, el rechazo del huerto abandonado tiene todo el tiempo para encerrar al cuervo. Las sombras del callejón de los recuerdos no tienen tiempo, la memoria no retiene el recorrido, sólo las agujas de tu caído pendiente pinchan sobre la madera los motivos de su sufrimiento. Existe la no existencia como yo guardo los guantes del domingo, lejos de donde no quiero estar escribe el camino la piedra del espacio que es por no querer ser, dientes de metal mastican el epitafio de la realidad que torna ilegible los pedazos del viento, tal vez haya un palacio donde se esconda la margarita para nunca más ser deshojada.

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