Un remolino de culpa viene a asesinar el recuerdo. No se pone el sol y si se pone no llega hasta aquí.
Defender mi palabra en el espacio en que deja de importar es coser sobre cosido. Hacer injuria del objeto de defensa. Y es cierto que ya no puedo ser nada entre los sonidos de otros, ni grito de agonía.
Mis intentos vienen de la nostalgia, del sutil engaño de la memoria. Y me siento como pájaro que ha perdido sus alas sin haber aprendido a volar. Aquí dentro vive el cruel enemigo que ama de la guerra la destrucción.
Pero si de mí, aun quedara algo a rescatar, es dentro, cuando el dentro sea absolutamente todo y pueda lidiar en la lucha con mi descenso.

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