Hiere verte porque en mis ojos, en otro tiempo, se reflejaba tu risa,
y ahora, en el mismo café, tu tristeza y la mía, la más triste del barrio, algo debió ocurrir, algo tan terrible que tuvimos que olvidar, no pudo ser sólo la enfermedad del negrillo. Y si así amigo tendríamos una razón para vestirle al bosque. Llantos de espuma de mar. Pero ya sólo las rocas pueden saber.

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