La tristeza

Me digo que de tanto hablarle a la tristeza un día ella querrá llevarme al final, a donde se agota y se enmudecen las tordas de cantarle a ella, a la lastimera y profunda que me ha contagiado con los mismos motivos de una casa abandonada. He sabido quererla con mi rabia y con mi dulzura, la he seguido por su constancia y dureza. La he llorado. La he visto con amor en otros ojos, ella, que convierte al más idiota en el canto del ave que agoniza. Ella que cuando está ausente no reprocha la amnesia y cuando vuelve es como si nunca se hubiera ido, porque ella sabe del olvido y del desprecio y sin embargo fiel a sus orígenes que ocultos nadie busca se enraiza al alma y comprende a las tejas rotas y al pájaro encerrado, engrandece al humano y vuela con las hojas del otoño hacia la inmensidad de la inexistencia.

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