Saber que soy una extraña ante mí en la interacción me ha hecho desmarcar mis partes de allí a lo evitador.
Vivir una irrealidad en todo lo relaccionado a la realidad social, adoptando el modo menos molesto para la vuelta al ser con el ser.
Así se abrirá una espacio de soledad inquebrantable aún a pesar de mis debilidades nostalgicas. Pero ellas no podrán encontrar consuelo más allá de la fría relacción momentanea destinada a la muerte. Se trata entonces de ir dejando crecer esos espacios de soledad hasta que vayan ocupando el mayor lugar en mí. Generar un nuevo modo de autocomunicación. Y sobre esas partes nostálgicas por su huequedad y por lo poco de mí que hay en ellas irán agonizando pasando por el dolor hasta su asuencia total. No eliminaré de momento aquellas que generen una comunicación del ser con el ser hacia una nueva máscara más coherente con la interior, pero dejando la indiferencia en todas las emociones y evitando en medida de lo posible la simulación de éstas, para que a poco se vaya apartando el alma social de la quimera social. Tratar de ser consciente de lo incompatible de lo verídico en ese terreno y no dar de beber al deseo de compartir hasta que se vaya generando un muro aun más feroz en ese plano para dejar ese deseo como un alarido imposible en que será inviable todo sonido.

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