Una profundidad que absorbe la lejanía y me pega en mis fronteras un hecho ya vivido que su única función es el estrago de sentir la bruma en el aire de este instante , una idea que se pierde en los labios de la carcoma, se mete por mi cuerpo y lo cansa, tiende mis brazos en una barca a la deriva con un mar frío e inbebible que conoce de la inmensidad la carencia, sensación que por mi cerebro choca en las paredes de la sien, y de la desesperanza genera palabras balbuceantes que sólo piden un espacio que no extienda el sonido. Mis vertebras en perfecta armonía guardan en su vientre el anhelo de estrangularse. Mis ojos hacia dentro sienten la tensión de ser abrazados por el derrumbamiento. Mis dientes con el veneno por encías se aferran a mi carne como si el rostro estuviera invertido. Este estado de tránsito al suicidio del día. De no regreso al origen que trajo mi espíritu a este bosque encerrado... y la incapacidad de sentir algo más que los tropiezos descriptivos de una conciencia agonizante.

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