Mi culpa de haber roto los regalos, de haber abandonado el camino de salida, de manchar las palabras de bienvenida, de mudarme del lugar donde sí que había verano, de no querer volver, de no ver la lluvia, la puta culpa obtusa que me golpea cuando te oigo llamarme y saber que ya no soy la que está tras el nombre, la maldita culpa que no pretende que recuperé ése algo que perdí y no sé que putas será, ésa culpa que ha roto los adornos de porcelana y ha llenado de hojas las tuberías, ésa culpa que sigue la macabra música de mis pasos y me vacía las botellas y me esconde entre cuatro paredes y me dice que hay que barrer la poesía sobre la que defecan los verbos estrellados.

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