Rotura hereje de la porquería que luce en la nube sobre la fábrica, ningún niño querría pasar de nuevo donde caí con la tristeza, mi porcelana con duendes de aire se fue para siempre, por el bosque color dinamita fui dejando atrás los cuadernillos, hay tanto vacío que no puedo evocar a mi ser, los perfumes que recuerdan mi vida se han mezclado con la inexistente fuente para mi sed, los azulejos ordenadamente despiden la indiscreta mirada sobre mi nunca sabré, un caballo valiente va como si estuviera ciego al abismo y yo le ruego que vuelva, pero él no se detiene, y va y va y no me oye y no quiero ya volver a mirar, no quiero ver el horizonte que él ocupará por siempre.

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