Las calles cerradas, los contenedores llenos y yo caminando hacia ningún sitio, con el dolor ahogando los pasos y con todas las puertas cerradas, sabiendo que ha subido demasiado el tabaco y sin saber donde poner los cristales rotos de esas malditas copas, por no hablar del vacío y de esa herida abierta que me pone piedras en los ojos y cuchillos en la corriente que sigo sin saber por qué, sé que no guarda belleza alguna hablar de la basura o de las muñecas sangrando en las manos de quien busca el arco-iris, sólo necesito sacar de mí por un rato las razones para morir, aun engañando a la casa que se cae encima, cuando termine de escribir esto, ya no habrá exilio, no habrá tregua.

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