No voy a detenerme a buscar la palabra, la angustia no tiene tiempo al esteticismo, sería algo así como una piedra en la puerta que la rebota sin cesar por la corriente. Es por la mañana, debí soñar otra vez con buitres porque me sabe mal el cigarro y no he abierto la ventana. Instigo a las flores muertas de mi casa y a la escritura que agoniza, reniego de enviar más cartas para hablar de mi muerte y mandar recuerdos de los enterrados, hostigo a mi propia esperanza y espero terminar de una vez de recoger la piel que se arruga en las sillas.

1 comentario:

Daniel dijo...

A veces se adhiere y adquiere formas de tapizado.