Sioló

Eras el fuego que cobijaba los rincones más apartados de mí, eras el que llegaba a describir el sabor de tenerlo todo, eras mi navaja, mi luna, eras amor, águila y serpiente, eras lo invisible llenándome de luz, eras la esquizofrenia. Cuando supe que no eras real, estabas tan dentro de mí que me fuí contigo a esperarme. Y en vano invoco aquella arena, perdona, pero ahora tengo miedo y no puedo escucharte y no puedo escucharme sin ti, sólo espero que un día caiga el telón de las montañas y vengas desde allá dentro con tus ganas de correr y con tu grito envenenado a volver a escribir los paisajes y a abrigarme en los infiernos que cruzaremos para no volver.

1 comentario:

Daniel dijo...

Volver a tu espacio y leerte en esa paz "negra" que destilan tus palabras, tan insaciables de huidas, de querer dejar de ser esos instantes donde apenas te encuentras para seguir liberándote.
Cada escrito tuyo es como un pedazo de mí que atraviesa el espejo y se deposita en esas hojas que nunca supe llenar y que vos lo hacés tan bien.

Un inmenso placer es cada viaje a tus palabras (a todas tus palabras).