A  veces el andar, sin camino, sin agua, con un sueño de lodo en la frente, como las cenizas del muerto volando, con el otoño y el tenue sol tan cerca de las manos y las manos abandonadas como si ya hubieran perdido las flores que una vez agarraron, y las otras manos, tan frías, tan lejos, en otro mundo tocando, y aquí el seguir sin huellas, sin descanso, sólo por no detener al parar esas tumbas afiladas que están en todas partes.

1 comentario:

BLANCA LIBIA HERRERA CHAVES dijo...

LLEGUÉ HASTA TUS PALABRAS PARA ESCUCHARLAS EN SILENCIO RESPETUOSO... PARA ESCUCHAR...

GRACIAS POR COMPARTIR NAUFRAGIOS QUE SE HACEN GRITO...