Venció la espuma, atardecer sin guantes, sin la cubierta para los huesos de futuro, abrir de espinas en la lengua tragando lo poco que puede resistir el engaño, como si el engaño fuera algo más que ahora mismo y como si nosotros hijos de las cenizas tuviéramos un rostro. No hay más prórroga. Han parido ostras las esperanzas que alguien en carne viva arranca de la piedra y come y nosotros somos figuras de cera en el escaparate del mundo.

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