La mesa sirve su entusiasmo y yo en el rincón de siempre, con mis ojos clavados en el techo de colores y mi alma danzando en los sueños de invierno que guardan para siempre los desvaríos que hacen de mi casa una herida, y me veo pasar entre la gente, y daño siente mi corazón cuando veo morir la flor de la esperanza, y una senda pesada espera detrás de aquel siniestro mar de desolación, marchita está la luna en el eterno abismo de la sombra, siento como caen mis ilusiones y la muerte gana terreno, aquellos infinitos paraisos de dios, han quedado en la lejanía y olvide como se retorna, quieta y temerosa, ardo en la urgencia de perderte para siempre, y la libertad se vuelve una suma irregular donde los numeros borrachos olvidan dar un buen resultado.
Mi ira será la destrucción. Mi nostalgia la estupidez, mi presente el cansancio, mi esperanza, la que no implora, el amor , el que perdido escribe sus memorias. Y ni todos los cielos, dirán, que está muriendo el venado.
Constelación impropia de la epoca.
Nudos de palabras, nudos que ahogan sin piedad.
Parafresando al rey que ha muerto, arde la ciudad y ni el ultimo hombre sabe porqué llueven cenizas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu talento aumenta cada vez que escribes. Perdona por mi ausencia. No había abandonado la lectura de tu blog. Operan a mi madre.
Pero eres magnífica escribiendo.
Eso del techo de colores me fascina.