Necesidad de irme, lejos, dónde no dobles las campanas por el amor. Lejos, dónde no dicten tus oraciones. Despojarme de los vestidos que cubrieron un absurdo encierro, una úlcera.
Descafeinado es el verso que ya ni pienso, soberbia la mirada que apuntó este final. Tristes son las noches, en las que ya no estás. Opaca existencia, sin música ni baile.

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