¿Dónde lleva el suspirar del moribundo, el grito del perdido? ¿Dónde la rabia de la hartura?
En qué lugar antes del último lugar  mi columna soportará lo pintado en el cuadro de lo no dicho.
¿En que garras deje mi piel? Ahora llueve sobre la montaña. Llueve sobre marzo, sobre el llanto.
Mi incendiada alma busca una estrella, para volverme ausente mirando su luz. Lo demás no importa.

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