(pensando)

Una mano homicida me tiene agarrada en el hombro, una vez cuándo estaban jugandose los buitres la merienda toqué su piel y fui con ella al horror de no estar, traje de allí la pesadilla que aun sigue en el poso de lo que es ausente, por eso todo está en descomposición, no puede verse sino desde lo muerto, porque si se tejiera sobre el precipicio todo saltaría en suicidio, por ello dentro emerge del vacío el único modo en el que el pensamiento no está desgarrado, y es la subdivisión de la totalidad, las partes no se comunican, es ahí donde viven, sí hay un conducto que pasa por el ensueño, por una especia de fantasía, y va cambiando la parte que ha de ser sentida, pero la parte en sí no tiene continuidad, hay un punto en que ya da todo lo que tiene para dar, los recuerdos espantados vienen a inyectar sin que nadie les llame, su conocimiento muchas veces atascado, y son también conducto que hacen presencia de lo que ya no está, y en el intento de alejar lo inservible, la sensación, lo que no es palabra en pensamiento, es sólo un espíritu que sopla y que deja en silencio las partes y al hacerlo les permite tomar sentido conjugandolas desde lo no sentido, sino desde lo percibido en lo lejano.

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