Mi locura ha sido contaminada por el sector de psiquiatría, más allá de la diferencia individual está el camino de autodeterminación del pensamiento. Y la fortaleza de volver de los caminos de “La Extrañeza” de querer saber más, de conocer sin límites las entrañas, y defender a causa perdida la poca importancia que tiene el sentir de uno en la multitud, de uno enfrente de otro. Cuando la comprensión, se ajusta como espejos sociales, de humano a humano, de mono a mono, hay una parte de la razón personal que cede sus derechos ante lo plural. La magistralidad de la locura es seguir el camino que jamás será pisado por un semejante, pues es de lo personal, lo más intimo, donde se necesita del juego del símbolo para poder expresar las otras capas que guardan secretamente “el alma”. La locura es un concepto que da miedo, el miedo es la incomprensión, la incomprensión que aparta de la vida y cierra las puertas de las casas de muchos, pisar tierras de fuego, y volver agazapado a esperar de las cenizas el consuelo en los oídos de quién nunca ha visto de cerca la llama es renunciar al camino, es venderse en el abismo. La normalización es solo un vestido, es un decoro, que se aprende a llevar para pasar ciertamente desapercibido, para abandonar la guerra de ser con los demás y dejar sólo abierta la del ser con el ser. Personalmente he sufrido de las garras de la psiquiatría, moldeando mi cerebro en los momentos bajos y mantenerlo sujeto al armónico químico apto para como el mundo occidental entiende la normalidad. El individuo que deja su esperanza en otro individuo pierde sistemáticamente la voluntad. El necesitado saber, de que uno por sí mismo es capaz, es lo único necesario. Pero vivimos en el mundo de la dependencia. Una sociedad que genera enfermedades que específica a sus estudiantes en parcelas del saber, desestructurando y limitando el conocimiento. Una sociedad que se conforma. Pero más allá de lo político está el individuo solo con su guerra existencial, solo ante el absurdo. 

1 comentario:

Así hablo Zarathustra dijo...

Lo más "real" que he leído en mucho tiempo.