Sé que donde estoy no tengo armas para defender el fruto del fuego, sé que no tengo recuerdos para que no se pudran las mañanas, sé que no veo ni una jodida farola que ilumine mis pasos, sé que la noche asesina mis pulmones y no puedo saber dónde está el mar porque ése río de lodo está quieto, pero sé que estaré viva al menos un segundo para conocer el metal de la prisión antes de partir.

1 comentario:

Daniel dijo...

Ya conoces el sabor del metal; quizás haya que variar por un helado de fresas ¿A qué sabrán las fresas?